Una mañana de 2016, la cinerrealizadora Carolina Corral Paredes escuchó una noticia que la estremeció: “La Fiscalía General del Estado de Morelos reconocía que tenía una fosa común en el panteón de Tetelcingo, Cuautla, y que por presión de los familiares de los desaparecidos iniciaría la exhumación de aproximadamente 84 cuerpos, que no tenían carpetas de investigación y que permanecían sin identificación, para ser entregados a sus familias”.